Monday, September 04, 2006

Corazón Espinado

Apropiado el título de esta hermosa canción de Carlos Santana para describir los opacos sentimientos que alberga el Cardenal Alfonso López Trujillo con respecto al caso de la niña violada por su padrastro. Consideré difícil que otro clérigo sobrepasara la tétrica afrenta arrojada por el desatinado Monseñor Libardo Ramírez en contra de la eutanasia; pero al fin de cuentas son lóbregos hombres cortados de la misma tela púrpura, como sus oprimidas almas. No pretendo proferirme con respecto al aborto; sin embargo estoy obligado a pronunciarme en contra del Cardenal López, toda vez que ningún ser humano se puede abrogar el derecho de restringir el ejercicio religioso de otros. El incomprensible purpurado no expresó reflexión alguna hacia victima y victimario, postura esperada de un hombre cuya vida no transcurre dentro de la normalidad del núcleo familiar que la Iglesia Católica tan vehemente defiende pero jamás practica. Me obligo recalcar como personas que no sostienen relaciones sexuales heterogéneas ni se enamoran del sexo opuesto tienen la estabilidad moral, espiritual y sicológica para dirigir a sus congéneres en cualquier aspecto de la vida.Es igualmente perentorio recordar que Joseph Ratzinger militó en las Juventudes Nazis, una organización paramilitar que apoyó a Adolfo Hitler en el infame exterminio del pueblo Judío, y por ende no posee la autoridad moral para restringir las actividades religiosas de Católico alguno, mucho menos ser su máximo jerarca. Para aquellos que no comprenden la gravedad del asunto, les encomiendo se den la tarea de averiguar exactamente cual era la ocupación consuetudinaria de estos malvados jóvenes y seguramente se sentirán obligados de buscar otro sujeto para verter su devoción. Es un sencillo caso de la profunda hipocresía que invade aquellos miembros de la iglesia que se aprovechan del candor de la feligresía para infligir un inadmisible control con el fin de lograr intereses mezquinos.
Cabe resaltar lo imposible que resultara para la jerarquía eclesiástica trasladar el verdadero sentir de Dios en este espinoso tema, ya que los que hemos dedicado la vida entera a agrandar nuestros conocimientos sabemos de sobra que hasta ahora ni ellos ni nadie ha logrado recibir de primera mano la opinión del Altísimo.Las palabras del Cardenal Alfonso López Trujillo hacia el equipo de profesionales que realmente se preocuparon por el bienestar de esta jovencita sin estrechos miramientos protagónicos son una verdadera vergüenza y merecen una disculpa pública por parte del descortés prelado. En abierta solidaridad hacia ellos, rehúso comulgar hasta tanto el desacertado Cardenal no se retracte en los mismos medios que mal usó para vilipendiar a personas realmente sensibles, respetables y honorables.

Viva la Muerte

Causó pena ajena las destempladas palabras del Monseñor Libardo Ramírez hacia el proyecto de ley a favor de la eutanasia presentado ante el congreso por el Senador Armando Benedetti. Aunque fui bautizado, criado y educado dentro del catolicismo, no comulgo con la postura de aquellos en la Iglesia Católica quienes en abierta desconsideración hacia el verdadero bienestar común emiten pronunciamientos acerca de temas sobre el cual no poseen la erudición requerida para ejercer un valedero liderazgo moral o espiritual. Esto en virtud del enclaustramiento social elegidos por ellos mismos que obviamente confina su trascendencia dentro del espectro general de vida. La práctica institucionalizada de la misoginia y la limitación impuesta sobre la adquisición de todo nivel y clase de conocimiento descalifica por completo a estos miembros de la Iglesia Católica como portadores de siquiera el mínimo nivel de sabiduría que se espera de un guía espiritual. Mal hace la feligresía en prestarle creencia a clérigos que no se han esmerado por aprender de todo, además de voluntariamente rehusar a reproducirse o conocer, querer y convivir con miembros del género femenino; quienes, de paso sea dicho, componen más de la mitad de humanidad.
Por siglos los jerarcas del Vaticano se han pronunciado sobre temas de gran sensibilidad social con la expresa intención de favorecer intereses de la iglesia para perpetuar el dominio psicológico que poseen sobre sus adeptos, casi siempre en flagrante detrimento de aquellos la iglesia dice defender. Reprochable actitud que ha generado algunos de los exabruptos más oscuros de la historia, como fue encarcelar una de las mentes más grandes de la tierra por tener la osadía de observar que este giraba alrededor del sol y no lo contrario como lo imaginaba el despistadísimo Papa de turno. Quién, por obvias razones, nadie ni quisiera recordar. Las directrices del sabio Galileo Galilei permanecen vigentes 364 años después de su muerte cuando dijo que "ninguna posición científica debería convertirse en artículo de fe de la Iglesia Católica" y la "interpretación de la Biblia debería ir adaptándose a los nuevos conocimientos." Equilibrada postura intelectual evidentemente desconocida por el confundido clérigo Ramírez y otros eclesiásticos lenguaraces poco sensatos que equiparan la eutanasia al asesinato y piden guerra. Imagínese.
Por fortuna el grueso de la humanidad cuyas vidas transcurren dentro de la relación normal del matrimonio y conviven dentro de la unidad familiar básica, posee una asombrosa capacidad de dilucidación y será así como con el paso del tiempo las necedades que brotaron del mentado monseñor serán olvidadas en el sórdido barullo de aquellos que vociferan a motu propio.
Hoy día la tecnología permite preservar la expresión humana con pasmosa exactitud y eventualmente se verá quién tuvo la razón. Le apuesto al iluminado Senador Bennedetti sobre el oscurantista Monseñor Ramírez, seguramente para entonces el ciudadano Colombiano que tenga la desdicha de sufrir un padecimiento tortuoso e irreversible podrá beneficiarse de los mecanismos sociales para elegir una muerte indolora, digna y honrosa.Recordemos que los historiadores concuerdan que Jesucristo perteneció a los Esenios, una sociedad que consumía una alimentación muy pura y practicaban un estilo de vida que ahora se conoce como la macrobiótica. Es de sentido común -el sentido menos utilizado y uno que el extraviado Monseñor Ramírez no aparenta ejercer con magna propiedad- que para realizar las hazañas atribuidas a Jesús se requeriría de una mente superlativa y esta solamente podría residir en un cuerpo totalmente desprovisto de toxinas biológicas e impurezas ambientales. En vista que la mayoría de los jerarcas de la Iglesia Católica se distinguen por consumir "Bucato di Cardinali" y son pocos los que emulan al Cristo que dicen representar en la tierra, particularmente en su manera de alimentarse, entonces no hemos de extrañarnos cuando el desorientado monseñor y muchos de sus congéneres contraigan alguna terrible enfermedad que los lleve a pedir la eutanasia aunque sea por señas.Amén