Saturday, May 06, 2006

Nacionalización de Hidrocarburos en Bolivia

La nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia por parte de su presidente electo Evo Morales no debe representar sorpresa alguna para los que seguimos de cerca el nuevo rumbo político de Latinoamérica en el tercer milenio, ya que fue este el principal caballito de batalla durante su campaña electoral. Invito a mis compatriotas Colombianos que ven con recelo esta insólita decisión, en especial los medios, a que lean un revelador libro titulado "La Concesión Barco," escrito por Álvaro Concha y publicado en 1981 por El Áncora Editores.
Estoy plenamente seguro que los lectores coincidirán en lo mucho que se hubiera beneficiado el país si a comienzos del siglo pasado hubiéramos tenido un Evo Morales al mando de nuestros recursos naturales. Infortunadamente desde entonces hemos sido gobernados por personajes cuyos verdaderos intereses jamás se identificaron con el bienestar del pueblo, mucho menos en lograr una distribución equitativa de la riqueza nacional. Porque ricos si somos -o fuimos, de lo contrario los europeos no se hubieran tomado la molestia de embarcar en semejante travesía para venir a saquearnos. Es de esperar que los Españoles se molesten porque de manera abrupta Evo les sacó la cucharilla de plata de la boca; en la actualidad hay una prestigiosa empresa de transportes que no nos deja olvidar uno de los atropellos más grandes de la historia cuando los Ibéricos se cansaron de enviar barcos atestados de mulas para llevarse el tesoro de Caribá -como le decían nuestros ancestros indígenas al maravilloso continente que habitamos. Estoy seguro que luego de leer el recuento de Álvaro Concha sobre el desvalijo del petróleo en Colombia pocos cuestionarán los motivos de Evo Morales por implementar tan drástica determinación. Radical --eso sí-- solo para los intereses de los inversionistas foráneos, porque el Boliviano del común debe estar bailando en una pata. Falta ver si el Sr. Morales cumple con lo prometido y esta nacionalización en realidad beneficie al pueblo. Pero sin duda la medida se convierte en motivo de gran esperanza si tenemos en cuenta que con los gobiernos anteriores el sufrido pueblo Boliviano no albergaba la posibilidad de recibir algo más que las migajas del producido de su propio hidrocarburo. Lo que hizo la familia Barco con nuestro petróleo es uno de los episodios más vergonzosos en Colombia y de veras siento pena ajena por la ilustre canciller Carolina Barco, a quien de ninguna manera se le puede imputar responsabilidad alguna por la deshonrosa actuación de su bisabuelito. De todos modos, tómense la molestia de enterarse lo que hizo el General Virgilio Barco Martínez con nuestro petróleo; eso sí, recomiendo que tengan un buen sedante a la mano para relajarse y no emprenderla contra el primer gringo con que se topen cuando se le atraviese semejante espina en el guargüero. Toda vez que mis antepasados fueron aguerridos Indios Pijaos, considero oportuno efectuar un análisis socio-político sobre nuestra ascendencia indígena; los cuales, por obvia razón, mantengo en alta estima. El 28 de Agosto de 1981 recibí una licenciatura en Sociología otorgada por la Universidad de California, Berkeley, valiosa formación académica que me faculta para emitir una instruida perspectiva acerca del fenómeno social experimentado por los indígenas de América con el arribo del europeo. Para tal propósito viene al caso analizar la mal llamada conquista de nuestros indígenas desde su punto de vista histórico. No se requiere ser vidente para imaginarse la inmensurable tristeza que para ellos significó perder de sopetón y por la fuerza su territorio, cultura, costumbres y lenguaje. La historia demuestra como todos los pueblos subyugados han luchado ferozmente por su libertad, en todas sus expresiones, y los nuestros no tenían porque ser la excepción.Apartándonos de la enorme maluquera que sin duda les causó la llegada de una gente que se presentó como agresiva y pronto se reveló como codiciosa e ignorante de la tierra y además les pareció mal oliente y sencillamente feos, observemos que la forma de gobierno y el sistema social de los Caribá era, comparada a la democracia y el capitalismo importado por los europeos, abiertamente socialista. Desde Alaska hasta la Patagonia los pueblos indígenas se gobernaban por un Cabildo de Sabios quienes formulaban las decisiones que habían de señalar su destino y todas sus deliberaciones eran exclusivamente enfocadas hacia el bienestar de la colectividad. La votación se efectuaba con una simple muestra de manos y aun nuestros nativos comprenden que no existe razón sensata para que un voto sea emitido de forma secreta, ya que todo aquel que labora para el bien común no tiene nada que esconder, ni favores que dispensar o represalias que temer. Igualmente, los ciudadanos acudían a esta corporación de ilustrados para resolver sus problemas cotidianos, lo cual se hacía de manera pacífica y concertada. Nuestros antepasados disfrutaban de una calidad de vida superior a la que hoy se vive en la mayoría de las democracias en desarrollo debido a que su forma de gobierno y su sistema de economía le proporcionaba a un mayor porcentaje de la población las necesidades básicas de alimento, ropa, refugio y una ocupación digna que no dependía de lesionarse ellos mismos o a los demás para tener éxito. Cuando se computa el gigantesco incremento en la proporción de pobres que pasarán sus vidas enteras sin la más leve esperanza de obtener siquiera un mínimo nivel de prosperidad y a eso le sumamos el lacerante declive de la salud humana reflejado en el alarmante aumento de enfermedades crónicas como el cáncer, la diabetes, la obesidad y aflicciones coronarias a pesar del ascenso tecnológico, junto con la creciente miseria producto de una avaricia desbocada, es fácil deducir que nuestros antecesores vivían mejor antes que ahora. Súmele a lo anterior la degradación moral de una condición humana infectada por pornografía, prostitución, abuso infantil y drogadicción y recientemente avasallada por un caos ambiental que cada día se manifiesta con devastadores fenómenos meteorológicos que causan la destrucción del hábitat, lo cual desemboca en hambruna, desplazamiento humano masivo y el aniquilamiento de invaluables especies animales, entonces, en virtud a una indeclinable lógica, la sumatoria de estas espantosas condiciones nos lleva a deducir de manera concluyente que para nuestros ancestros la democracia y el capitalismo han sido un fenomenal fracaso en lo que concierne su bienestar individual y colectivo. En contraposición a las estructuras socio-políticas de antaño, la democracia no garantiza el liderazgo de los más capaces. Muy lo contrario, un somero escrutinio de las administraciones democráticamente elegidas en América en los últimos cien años revela como demasiados de estos gobiernos fueron ocupados por dirigentes incompetentes y/o deshonestos que le dieron un pésimo manejo a sus respectivas naciones lo cual les granjeó la malquerencia de sus conciudadanos al punto que algunos fueron asesinados y otros forzosamente desterrados al exilio. La historia de los Caribá no habla de grandes caciques como Jamundí, Tisquesusa y Tupac Amarú cayendo en desgracia con su pueblo, ni este ejecutando, encarcelando o expulsando a sus líderes. La revocatoria del mandato tampoco hacía parte del lenguaje político indígena, desde mucho antes de los tiempos Bíblicos los mandatarios indígenas fueron ciudadanos valientes y honorables que gobernaban por la duración de su vida natural. Basta contemplar el lúgubre horizonte socio-político para observar lo poco que la democracia ha hecho por el progreso moral, social y económico de los indígenas y lo mucho que ha contribuido al deterioro de su vida en general. Desde el advenimiento de la democracia el porcentaje de indígenas que existen en la inopia es mucho mayor que aquel del planeta pre-democrático. La democracia es un fallido sistema político impuesto de lejos, ni un solo pueblo indígena en el continente ahora llamado América consideró el gobierno por las mayorías como una configuración política viable. Los elegidos a participar en el Cabildo de Sabios lo eran por poseer una elevada cognición producto de una amplia experiencia que solo se obtiene con los años. Estos ancianos a su vez habían recibido un legado que les inculcaba obrar siempre a favor del bien común. Coincidencialmente, muchos gobiernos indígenas estuvieron de acuerdo que la tarea de tomar decisiones vitales para su bienestar y supervivencia no podría ser adecuadamente ejecutada por las masas que no se encontraban debidamente preparadas para ello. Nuestros ancestros nativos poseían una perspicacia intrínseca que les permitía reconocer las cualidades de un líder natural, el cual instalaban por la duración de su vida útil. Su sentido común inherente les decía que mientras más tiempo los dirigentes ocupaban su cargo, más aprenderían y por obligación gobernarían mejor. Por ende, con toda razón les parecía que cambiar de liderazgo en virtud de un capricho político era una tontería. La mujer indígena posee conocimientos biológicos muy superiores al de su contraparte europeo, lo cual le permite ejercer su sexualidad con mayor responsabilidad. Consecuentemente, nuestras antepasadas evitaban la sobre población y se abstenían de traer al mundo hijos no deseados. La estructura societaria pre-colombina no colocaba a sus habitantes en condiciones de inseguridad social donde se vieran obligados a realizar actos denigrantes o inmorales para cuidar adecuadamente de su progenie. Tampoco a nadie debe sorprender como los pueblos indígenas sometidos al desarraigo y exterminio hace tiempo condenaron la democracia y el capitalismo como una forma de vida perniciosa que corrompe la fibra moral y gradualmente destruye la madre tierra.Afortunadamente muchos indígenas están redescubriendo sus valores ancestrales y recuperando su fortaleza interior para reafirmarse y exigir el retorno a sus costumbres nativas. Transcurrió casi medio milenio para que los nativos del altiplano Boliviano pudieran ser dirigidos nuevamente por uno de los suyos e indiscutiblemente los ojos del mundo estarán observando el desempeño de Evo Morales. Sin embargo, los de Caribá saben que no tienen por que preocuparse, ya que sus hijos sobresalientes son mucho más ecuánimes, considerados, ambientalmente sintonizados e inteligentes que los de allende.

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