Saturday, April 08, 2006

El Síndrome de Estocolmo

Es este un término siquiátrico acuñado a raíz de una secuestrada que se enamoró de su captor, evidentemente en acontecimientos sucedidos en Estocolmo. Dramática situación que se revive con el supuesto embarazo de Clara Rojas como resultado de su romance con uno de los guerrilleros de las Farc que la secuestró hace varios años junto con la entonces candidata presidencial Ingrid Betancourt. Dentro del análisis que todos hacemos por lo controvertido y espinoso del tema es oportuno rememorar el más trascendental caso en tiempos modernos de este curioso síndrome, hago referencia al secuestro de Patricia Hearst en la década de los setenta a manos del Ejército Simbionés de Liberación (SLA). Es Patricia nieta de William Randolph Hearst, magnate Californiano que creó un imperio periodístico y cuya vida inspiró la película el Ciudadano Kane; escrita y protagonizada por Orson Welles y tenida como una de las obras cumbres de la cinematografía. Estudiaba yo por esa época con la bella e inteligente heredera de la fortuna Hearst en la Universidad de California en Berkeley cuando fue plagiada por un hasta ese día desconocido ejército subversivo, quizás el único que haya existido en los EE.UU.En realidad el Simbionese Liberation Army fue apenas un ejército en nombre, pues no contó en sus filas con más de una docena de descarrilados estudiantes de clase media alta que expresaron una rebeldía anti-gubernamental muy típica del momento; pues vivieron en la meca hippy durante los tiempos en que floreció el amor libre y la muchachada gringa consumía droga en cantidades pantagruélicas.Su cabecilla fue un joven negro que se llamó Donald DeFreeze, quién adoptó el nom de guerre Cinqué, probablemente en honor al único esclavo que se sepa capturó el barco en que lo llevaban encadenado hacia América y logró regresar al África.Una noche Donald ahora de Cinqué y su gallada se jalaron a la Patty Hearst de su lujoso apartamento en las hermosas lomas de Berkeley por los lados de Ridge Road, donde por coincidencia vivía mi noviecita Pamela Marie Stone. Como es de imaginar, el rapto se convirtió en comidilla obligada de los tertudialeros de la universidad que más Premios Nóbel ostenta en su facultad. Debido al inmenso poder económico y político de su familia, el despliegue policivo en busca de la secuestrada más célebre del país fue colosal. La sociedad gringa hace rato había considerado borrado el secuestro de su espectro delincuencial y las autoridades públicas del momento no estaban dispuestas a cargar con semejante afrenta acaecida durante su turno de salvaguardar la seguridad patria. Pero precisamente porque no existían mafias del secuestro los sabuesos no tuvieron donde investigar y todas sus pesquisas fracasaron en su desesperado intento por ubicar a la chica Hearst. El Síndrome de Estocolmo no le había pasado por la mente a nadie hasta que apareció la famosa fotografía de Patricia empuñando una ametralladora dentro de un banco durante la comisión de un atraco a mano armada. Explosiva imagen que ciertamente cayó como bomba nuclear dentro del seno de la estirpe Hearst, cuyas reacciones fueron tan intensas y variadas como las que hemos visto en estos días dentro de la familia Rojas con la noticia del presunto alumbramiento en cautiverio de un niño por parte de Clara. Los que conocíamos el talante irascible de los multimillonarios Hearst sabíamos que una reacción violenta no se haría esperar. El truculento bochinche del romance entre Cinqué y la Hearst ardía en los mentideros de la popular Avenida Telegraph, cuya temperatura trepaba a la medida que hervía la sangre de su acaudalado padre. Patty había sido criada en el castillo de San Simeón, un opulento palacete enclavado en los bellos riscos de Big Sur que dan sobre el Océano Pacífico. Según los especialistas en la materia, la fatal atracción que la bella y recatada heredera sintió hacia el flamante y mundano subversivo se atribuyó exactamente a la sofocante vida que llevaba en su jaula de cristal. Sobra resaltar la indignación que experimentó la crema y nata norteamericana con solo rumiar acerca de su princesa real en brazos de tremendo personaje tan inaceptable. Algo así como si la Princesa de Gales se volara con un árabe. La verdad es que Cinqué era el chacho del momento y su temeridad e inteligencia le sobraba para conquistar cualquier chica que se le atravesara. Si no hubiera sido por la fortuna familiar, de seguro a la nieta Hearst le hubiera tocado tomar un número y hacer cola para arrimarse a DeFreeze. Luego de un atraco el SLA cometió el error de dejar evidencia en una van que llevó al FBI a dar con su escondite en un suburbio de Los Ángeles. Pero por órdenes estrictas de Hearst padre los federales tuvieron que aguantarse las ganas de dar lo que sin duda sería el golpe más espectacular en los anales de la policía del Tío Sam, toda vez que el atribulado taita vetó cualquier rescate a sangre y fuego hasta tanto su hija estuviera a salvo. Por suerte la encontraron escondida en un closet de doble fondo en una casa en Daly City, un anónimo pueblo en los extramuros de San Francisco. Apenas Mr. Hearst se enteró que su hija estaba a salvo dio luz verde para incinerar a Cinqué, orden que el notorio buró de investigaciones consumó a la letra. La toma de la guarida del SLA fue tan veloz como feroz. El FBI cumplió con el protocolo de solicitar su rendición por medio de un altavoz y demolió la frágil estructura de madera a plomo y candela tan pronto transcurrieron los 120 segundos de rigor que le dieron al guerrillero para salir con las manos en alto y este no asomó pico. En un feo desplante Mr. Hearst no permitió que sus colegas se le arrimaran a Patty ni para la foto y nos quedamos con las ganas de saber como fue el cortejo más dramático jamás visto en los Estados Unidos. Fue tal su encierro que años después nos enteramos como la pobre Patricia Hearst no tuvo más remedio que casarse con su afortunado guardaespaldas. Lo que a fin de cuentas equivale a una versión menos truculenta del mentado Síndrome de Estocolmo. Si en verdad Clara Rojas tuvo un hijo en cautiverio, indistintamente que haya sido fruto de una relación realmente amorosa, pues simple y llanamente esta corajuda mujer le hizo el quite al secuestro y le propinó un palmo en las narices a las Farc. Mejor dicho, dice con la tenacidad de alguien que les hizo el gol más bravo de su historia a los secuestradores más prolíficos del mundo, al estar en permanente compañía de quién sin duda ahora se ha convertido en su ser más querido: que me tengan todo el tiempo que sea, y punto.
Como lo ve Martín, vé...

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