Monday, February 13, 2006

Vote por Dios

En vísperas de elecciones la Iglesia Católica ha pedido a sus feligreses que se abstengan de votar por candidatos que apoyen el aborto, la eutanasia y los matrimonios gays. Su principal argumento que un voto a favor de estos obraría en contra de las leyes de Dios. Sin duda el clero tiene derecho a expresar su posición al respecto, pero afirmar que su postura corresponde a la palabra de Dios resulta temerario, toda vez que humano alguno afirma haber hablado o siquiera visto a Dios. Seguramente al clero le quedaría supremamente difícil explicar de que manera reciben tales designios divinos. Sin embargo, cuando el gobierno anunció su intención de rescindir los privilegios tributarios a las iglesias, fue la Católica la primera que elevó el grito al cielo. Hasta ahora no se ha visto que Dios se pronuncie en contra de que el Vaticano pague impuestos. Desde hace siglos la Iglesia Católica ha gozado de toda suerte de prebendas, otorgados de buena gana por su congregación como justa retribución a su labor pastoral. A pesar que no se le conoce actividad remunerada ni otra entrada económica que la mendacidad, en todas las ciudades donde hace presencia es la Iglesia Católica dueña de las mejores propiedades y los curas viven en una comodidad muy superior al promedio de aquellos que no perciben ingresos. Lo preocupante -más no sorprendente- es que la Iglesia Católica se entrometa en las inclinaciones políticas de su feligresía sin antes analizar causas y buscar soluciones viables y concertadas hacia los problemas sociales que el clero invita rechazar en las urnas. Pocos discutirán la inmoralidad de matar un feto, ¿pero donde está la solución del Vaticano a las jóvenes madres que en sus vientres llevan hijos indeseados? Simplemente proferir directrices so pena de soportar una eternidad en el infierno -más allá de tañer a una inmensa necedad- no contempla en lo más mínimo como remediar las adversas implicaciones sociales y económicas y menos resuelve una problemática tan difícil como es engendrar seres humanos a los cuales no se les podrán suministrar las necesidades básicas de alimento, techo, salud, educación y por encima de todo, amor. Lamentablemente en sus siglos de existencia los dirigentes Católicos no se han ocupado por desarrollar un programa pedagógico que enseñe las mujeres a practicar una sexualidad responsable y que mejore de manera directa la calidad de vida de aquellas que acuden a ellos para recibir dirección espiritual y por cuya existencia la iglesia las señala como su razón de ser. Este reiterado descuido hacia sus adeptos fácilmente lleva a cuestionar la motivación esencial de la Iglesia Católica. La postura de dar órdenes sin consultar opiniones ni presentar soluciones es un comportamiento más representativo de personas incomprensivas quienes buscan imponer algún tipo de control sobre sus súbditos más que ejercer un liderazgo que realmente beneficie a todos. Que estas circunstancias se presenten adrede o por negligencia habla muy mal de los designios de la Iglesia Católica. Los que entienden que los miembros del clero son seres que padecen las debilidades comunes de todo humano, como son la envidia, la avaricia, la gula y el odio, también comprenden que con solo colocarse un hábito no les otorga cualidades superiores a los demás, ni mucho menos les permite ser expertos en experiencias que no conocen. Todo lo contrario, por el hecho de permanecer separados del sexo opuesto, los sacerdotes y las monjas conviven en un ámbito desnaturalizado que no les permite desarrollar las cualidades generales de aquellos que coexisten dentro de los parámetros normales de la sociedad. Es fácil deducir como aquellos que no tienen la práctica de criar hijos no se puedan desenvolver de manera adecuada como educadores. Es imposible que una persona suministre una enseñanza integral a otra si voluntariamente ha limitado la suya, ya que si ni siquiera recibe la misma luz que los demás, difícilmente los podrá iluminar -como pretende argumentar algún prelado Católico. Es así como se puede dudar sobre los reales motivos que llevan a los sacerdotes Católicos a oponerse a los matrimonios gays. Cuando se rechaza la presencia de la mujer, como lo hacen casi todas las iglesias organizadas del mundo, no es de sorprenderse que al encontrarse exclusivamente en presencia de miembros del mismo sexo estos se enamoren entre sí. Aberrante desenlace antropológico plenamente establecido cuando después de siglos salió a emisión publica el acoso sexual ejercido por muchos sacerdotes hacia los jóvenes de sus respectivas congregaciones. No se requiere de una bola de cristal para presumir lo mismo ocurre dentro de los claustros de las religiosas. Nada laudable resulta la intolerancia expresada por la Iglesia Católica hacia los gays. Seguramente en la intimidad de sus mentes muchos se sienten repulsados por la noción que hombres se casen entre sí, pero antes que rechazarlos públicamente, un líder -sea clerical o laico- que posea una capacidad e inteligencia superlativa debiera primero enterarse de las condiciones biológicas que causan estas manifestaciones anormales del organismo humano. Contrario a creencias populares, el homosexualismo no se hereda, es resultado de una desviación hormonal producto de la dieta. El inusitado incremento en la homosexualidad y lesbianismo dentro de la sociedad moderna se debe a que desde niños hombres y mujeres ingieren alimentos provistos de una carga química que trastorna su composición hormonal. El proceso es tan sencillo como letal. Para incrementar sus ganancias, los productores de carne engordan los animales con hormonas artificiales y las personas que consumen esta carne se comen las hormonas que terminan cambiando su designio biológico. Este desorden orgánico causa que los hombres desarrollen senos y su configuración genética se vuelva femenina. A las mujeres les sucede lo opuesto, les sale bello y adquieren marcadas tendencias masculinas. Si el interés real del clero es acabar con la homosexualidad deberían entonces exigirles a los ganaderos, avicultores, porcicultores y afines que cesen de utilizar estos químicos en el levante de sus animales y advertirles a las madres sobre las ineludibles consecuencias fisiológicas de alimentar a sus hijos con hormonas artificiales. La historia demuestra que antes de ser una panacea para la infinidad de problemas que aqueja la humanidad, las religiones organizadas se han convertido en un verdadero lastre, sobre todo para las mujeres. Pero esto se debe primordialmente a falencias humanas y no necesariamente porque las religiones organizadas fueron concebidas y estructuradas para causar más daño que bien. La realidad es que ninguna ha elevado ostensiblemente la calidad de vida de sus seguidores y la gran mayoría de sus miembros viven completamente separados de la realidad social y la naturaleza humana. El trato que la religión musulmana le da a la mujer linda en la esclavitud. En muchos casos estas infortunadas féminas no pueden ejercer los derechos elementales de un ser humano, como elegir su pareja, tener hijos cuando estimen conveniente, votar, estudiar, movilizarse libremente o siquiera vestirse de acuerdo a su preferencia. En medio oriente hay vertientes de un fanatismo tan enfermizo que permite lapidar a la mujer que muestre su cuerpo o cometa adulterio, mientras que los hombres se pueden desnudar impunemente y en algunos casos tener varias mujeres. En Colombia la mujer que se someta a un aborto se enfrenta a una condena penal, moral y social, mientras que el hombre que la fecundó permanece libre de todo cargo. Cuando Cristóbal Colón arribó a Cariba -como le decían sus habitantes al continente ahora conocido como América- por motivos eminentemente ladinos la Iglesia Católica decidió que su llamado proselitista consistía en privar a los indígenas de sus creencias nativas. Fue así como les impusieron una evangelización que acabó con su identidad cultural y espiritual. Valga recordar como nuestros indígenas no padecían los problemas sociales que la Iglesia Católica hoy pretende eliminar a través del voto. Las indígenas poseían una sabiduría biológica muy superior al de la mujer europea, ellas controlaban su natalidad por medio de un avanzado conocimiento de plantas medicinales que la farmacopea moderna no se ha preocupado en investigar. Sobra decir que nuestros antepasados no se alimentaban con químicos y por ende no experimentaron los problemas de homosexualidad que padece el hombre moderno. Además, su dieta natural les permitía llegar a la vejez sin enfermarse. Morían cuando su cuerpo había cumplido su ciclo vital sin ser agobiados por enfermedades tan tortuosas como el cáncer, SIDA, demencia y las de Alzeimer y Parkinson, que algunas veces llevan a los que las padecen a pedir la muerte. Seguramente a gritos si tan solo pudieran modular. A pesar que la Iglesia Católica reconoce a Jesús como la figura religiosa más importante en la historia de la humanidad -y asegura obrar sobre la tierra en su representación- no se la ha oído mencionar su cualidad más relevante, y es el esmero que ejerció en mantener su cuerpo tan puro como su mente. La Biblia describe la dieta básica de Jesucristo como compuesta por cereales integrales, frutas, verduras y pescado. Aquellos que nos hemos dedicado al estudio de la influencia de la alimentación sobre la salud vemos como los milagros que se le atribuyen a Jesús solo serían posibles de realizar por un ser que poseyera una mente superlativa y es biológicamente definitivo que esta solo se podría desarrollar dentro de un cuerpo de similares características. Debido al sedentarismo producto de una vida repleta de comodidades y abundante comida, gran número de los jerarcas Católicos son obesos y la mayoría no gozan de una pureza corporal como para pensar que puedan poseer las cualidades espirituales de Jesús. Como el recién fallecido Juan Pablo II, muchos Papas han sido víctimas de enfermedades prevenibles ocasionadas por una dieta excesiva e impura. No en vano el refrán bucatto di cardinale (bocado de cardenal) describe a los futuros Papas como opíparos en su comer. Es importante resaltar como aquellas personas que cometen el pecado de la gula no alcanzan la santidad. Comer más de lo necesario demuestra una falta de disciplina, un desorden alimenticio inaceptable en personas que pretenden ejercer cualquier tipo de liderazgo y constituye un flagrante irrespeto hacia aquellos que no logran obtener suficiente alimento para mantenerse saludables y vivir con dignidad. Las personas que nacen, viven y mueren sin acatar este elemental mandato humano desperdician su existencia. Otra triste realidad es que muchos miembros del clero tendrían dificultades en acogerse al más enaltecido precepto religioso de los Indios Aimará: nunca mentir, no hacer trampa y jamás ser perezosos. Muchos se preguntan ¿a qué se dedican los sacerdotes cuando no están oficiando misa o escuchando los secretos del prójimo? Ya que no se les percibe una actividad abiertamente productiva, como a un sastre o un zapatero. Basta con leer Los Vientos de Guerra de Herman Wouk o el Diario Ilustrado de Hitler para saber como el actual Papa Benedicto XVI por ser miembro de las Juventudes Nazi no califica como una santidad bajo ningún punto de vista. La ocupación diaria de estos perversos jóvenes era propagar el odio hacia los Judíos y su resultado es conocido en la historia como el Holocausto, donde unos 6 millones fueron aniquilados de manera infame. A través de su convulsionada historia, muchos Papas Católicos han infligido atrocidades contra sus opositores políticos y aquellos que se rehusaron obedecerles o rendirles tributo. Los casos más predominantes sucedieron durante la infausta Inquisición, cuando inclusive un malvado Papa hizo quemar en la hoguera a uno de los hombres más sabios de su época porque este se negó admitir que el sol giraba alrededor de la tierra y que esta era plana. En los archivos del periódico El País de Cali reposa una entrevista de hace unos 25 años donde el Obispo solicita la pena de muerte para ciertos delitos. Es evidente que para algunos jerarcas de la Iglesia Católica el quinto mandamiento se aplica de acuerdo a su conveniencia y no como ordenanza inevitable de Dios. La inmensa mayoría de creyentes acuden a sus templos religiosos a pedir más que orar, y sin lugar a duda la mayor parte de las peticiones que elevan son de carácter pecuniario. Sin embargo, por más que se les vea suplicar su condición económica rara vez prospera. Las estadísticas revelan como las sociedades menos educadas presentan mayor incidencia religiosa y es coherente deducir como muchas religiones organizadas se aprovechan de esta debilidad en beneficio propio. Es esto un ejemplo fehaciente que el clero está compuesto por meros humanos que como los demás se ven limitados a aprender al ritmo que el tiempo les impone. Con la agravante que su reclusión forzosamente retrasa el proceso de aprendizaje. Aquel que coloca su futuro en manos de algún Dios demuestra una inherente debilidad mental que le perjudica notoriamente al circunscribir su progreso a un intangible como lo es depositar su fe en un ser supremo que nunca han visto u oído. El ser pensante aprende a valerse por su inteligencia y perseverancia y no se recuesta sobre las muletas de una religión organizada que le inculca a abandonar su destino a manos invisibles. Aquellos que estudian a Darwin y Einstein han aprendido como la evolución de la vida no depende ni proviene de la metafísica sino que es el resultado de un proceso biológico natural y por consecuencia coligen que elevar la teología al nivel de ciencia es una afrenta a la inteligencia humana, algo como insistir que el mundo es plano. Avivatos y despistados convencidos que un ser supremo controla hasta el último movimiento de cada hoja carecen de los más básicos elementos cognitivos requeridos para desarrollarse dentro de una sociedad de forma provechosa. Mucho daño le hacen a la juventud cuando les implantan creencias obligadas, una paternidad responsable permite que los hijos escojan su preferencia de culto cuando lleguen a la edad de la razón. Porque obviamente antes no la tienen. Duele contemplar que existan seres deshonestos que se esfuerzan por mantener a sus congéneres en la ignorancia con el fin de perpetuar el control malsano que ejercen sobre ellos; en deliberada contravención al ejemplo impuesto por Jesucristo, tenido como el filósofo y humanista más grande de todos los tiempos. Sepamos que el término filosofía literalmente significa "amor de la sabiduría." Tengo cuatro amigos que luego de haber vivido una juventud descarrilada tomaron la decisión de enmendar camino y dedicar su vida a Dios. El primero cultiva frutas y es un hombre humilde que lleva una vida muy frugal. El segundo es un intelectual y quizás la persona mejor leída y de mayor erudición en la ciudad. El tercero es propietario de una empresa de software y el último un acaudalado médico naturista. Los cuatro fueron alcohólicos y drogadictos, uno continua siéndolo y tres de ellos dedican el grueso de las horas en que permanecen despiertos a conseguir dinero y ahora actúan como que su encontrada religiosidad los hizo infalibles en sus dictámenes hacia otros y en su apreciación de la vida en general. En su diario acontecer absolutamente todos citan a Jesús como si ayer hubieran almorzado con él. A pesar de carecer de una educación formal, el practicante de medicina natural se hace llamar doctor, fuma marihuana de forma consuetudinaria y los fines de semana se embrutece con largas dosis de cocaína y licor. En su hogar se respira un pesado aire de racismo, intolerancia religiosa y política y es común escucharle decir que los habitantes de Siloé son criminales, que los indocumentados son terroristas y todos debieran ser encarcelados. El tecnólogo en sistemas afirma que el retorno de Jesucristo a la tierra obligatoriamente se sucederá dentro de la siguiente década debido al elevado nivel de perversidad que invade el planeta. No obstante persigue niñas adolescentes y le construye paginas en la Internet a prostíbulos y expendedores de pornografía. Al más estudiado se le ve en su sala pronunciando apasionadas prédicas con el fin de esquilmar atribuladas amas de casa asegurándoles que si no le rinden inmediato y frondoso tributo a Dios este les va infligir castigos tan espantosos que harán parecer a Osama bin Laden y George Bush como simples monaguillos. Mientras que el más pobre y menos docto no expresa odio hacia el prójimo, tampoco miente ni consume sustancias adictivas y exhibe las cualidades más bondadosas. Mucho menos practica terrorismo espiritual pregonando destrucción masiva y represalias escalofriantes a los incrédulos. Dejo al lector que formule sus deducciones acerca de estos cuatro ejemplos de hombres quienes dicen ser profundamente religiosos en el atardecer de sus vidas. En respuesta a la deslucida invitación que hace el clero y con la cual titulo este ejercicio académico, demuestro la clarividencia de la pluma por sobre la fe ciega al adicionarle algo tan inocuo como le es una simple coma: ¡Vote, por Dios!
Así lo ve Martín, vé...

0 Comments:

Post a Comment

<< Home